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El cambio climático es un reto de un calibre al que nunca el hombre se ha enfrentado y que exige cambios radicales

12/05/2009

El cambio climático causado por el hombre es un fenómeno innegable cuyas consecuencias resultan difíciles de predecir. Así lo explicaron el meteorólogo Luis Balairón y el economista Anil Markandya, miembros del IPCC (Panel Intergubernamental de Expertos en el Cambio Climático), en las jornadas Haitzen hitza.

FUENTE – Biodisol – 11/05/09

Los cambios futuros abarcan una horquilla de posibilidades muy amplia, pero en cualquier caso nos exigen un cambio radical de modelo energético, una sociedad que consuma menos y de manera menos contaminante que ahora. Los dos expertos coinciden en que el ser humano nunca se ha enfrentado a un reto de semejante calibre, pero ambos confían en nuestra capacidad de innovación para transformar la sociedad.

Luis Balairón recordó que nuestro planeta ha vivido cambios de clima constantemente, durante millones de años. Desde que se tienen registros sistemáticos (en el último siglo y medio), la temperatura ha ido subiendo de manera escalonada, un ascenso que no resultaba preocupante porque encajaba dentro de las oscilaciones naturales. “Sin embargo, a partir de los años 80 el calentamiento creció de una manera anómala. Es preocupante, pero tenemos muchas dudas sobre el comportamiento de la temperatura: sube más en unas zonas que otras (más en el Polo Norte que en el Ecuador, por ejemplo), hay regiones que en vez de calentarse se han enfriado (como algunas partes de Groenlandia o la Antártida…). El proceso no está muy claro. Lo que de verdad siembra temor no es la subida de la temperatura en sí, sino el aumento espectacular de las concentraciones de dióxido de carbono, un gas de efecto invernadero”. En los últimos cientos de miles de años, esa concentración de CO2 nunca ha rebasado las 290 ppm (partes por millón) pero a lo largo del siglo XX, como consecuencia de las emisiones humanas, subió por encima de las 300 y hoy en día nos acercamos a las 400.

La duda de los científicos es la siguiente: ¿cómo se va a comportar la temperatura ante una subida tan notable del CO2? Se sabe que si duplicáramos esa proporción de gas, la temperatura del planeta subiría 1,2 grados. Pero eso sería si en el sistema del clima no hubiera realimentaciones. Un ejemplo: si sube la temperatura, los océanos absorberán menos dióxido de carbono que ahora, con lo cual la concentración será mayor y la temperatura subirá aún más. El sistema climático mundial es muy complejo, por lo que resulta difícil precisar el efecto de esas realimentaciones, pero los expertos calculan que con una duplicación del gas las temperaturas no subirían 1,2 grados, sino entre 2 y 5.

“En realidad, el cambio climático no lo vivimos ahora, sino que ocurrirá dentro de unas décadas si la concentración de CO2 sigue subiendo, que va a seguir subiendo aunque frenemos ahora mismo. Y eso es lo que intentamos predecir”, aclaró Balairón. El IPCC ha elaborado 40 modelos con los posibles escenarios del futuro. “En el peor de los casos, la población humana se dispara hasta los 15.000 millones de habitantes y sigue con un consumo desaforado, con el uso de combustibles fósiles, emitiendo mucho dióxido de carbono. En el mejor de los casos, la población se mantiene alrededor de 7.000 millones y se consigue una economía armónica, con transferencias de tecnología a los países pobres, con energías limpias…”. Entre un extremo y otro, las predicciones varían: la temperatura subirá entre 1,8 y 4 grados (con un pequeño porcentaje de posibilidades de que suba hasta 8, lo cual supondría una catástrofe), el nivel del mar aumentará entre 18 y 55 centímetros… Esos cambios afectarán a la alimentación (caerá la productividad de las cosechas), al agua (faltará en las ciudades), al ecosistema (que sufrirán grandes daños y extinciones), a los desastres naturales (que serán más frecuentes…).

Medidas para mitigar el cambio

El economista ambiental Anil Markandya explicó que existe un objetivo consensuado por la comunidad internacional: estabilizar la concentración de CO2 en 550 ppm, una cifra que podría subir las temperaturas más de dos grados. Para no rebasar ese nivel, las emisiones de dióxido de carbono deberían alcanzar su pico en el año 2020 y luego empezar a bajar, hasta que en el año 2050 supongan la mitad que en 2020 en términos globales. Para un país industrializado como España, el recorte debería ser del 80%. Para eso, evidentemente, hace falta una nueva tecnología y una transformación radical de los modos por los que obtenemos energía.

Para reducir nuestras emisiones un 80%, deberíamos gastar una cantidad de dinero que equivale a entre el 6 y el 10% del producto interior bruto. “¿Estamos dispuestos a un sacrificio económico?”, preguntó Markandya al público. “Lo tienen que responder ustedes, no los científicos. Hay que impulsar medidas para gravar la contaminación. ¿Están dispuestos a pagar 90 céntimos más que ahora por un litro de gasolina, en el año 2050? Bien, espero que para entonces los vehículos no funcionen con gasolina, pero en cualquier caso debemos tomar medidas: inventar vehículos menos contaminantes, construir edificios mucho más eficaces energéticamente, recurrir al gas natural más que al carbón, buscar maneras de capturar y almacenar el carbono, impulsar energías eólicas, fotovoltaicas y quizá nucleares, pagar a los países con selvas para que no las talen…”.

Tomar esas medidas exige grandes inversiones. Pero si nos quedamos de brazos cruzados, el cambio climático puede traer pérdidas futuras de hasta el 32% del producto interior bruto, según las previsiones más pesimistas del IPCC (por culpa de las subidas del mar, sequías, inundaciones, pérdidas de cosechas, epidemias…). ¿Estamos dispuestos a gastar el 4 o el 6% del PIB ahora, para que en el futuro no pierdan el 14, el 20 o el 32%? “Es un conflicto de intereses entre nuestra generación y las siguientes”, concluyó Markandya.

También es un conflicto entre países ricos y pobres. “Los ricos deben sacrificarse más”, opinó Markandya, “porque se han enriquecido emitiendo la mayor parte del CO2. Los pobres han emitido mucho menos y además sufren más las consecuencias, porque disponen de menos medios para protegerse ante los cambios y los desastres derivados del cambio climático. Por eso mueren cientos de personas en el caso del huracán Katrina en Estados Unidos, y cientos de miles cuando ocurre algo parecido en Bangladesh”. Para el año 2050, los ricos y los pobres deberían emitir la misma cantidad de CO2 per cápita, según Markandya.

El economista enumeró algunos consejos: deben mejorar los conocimientos científicos y tecnológicos para afinar las predicciones, deben ratificarse acuerdos internacionales para reducir las emisiones y estabilizar la proporción de CO2 en 550 ppm, deben asignarse con justicia y equidad los derechos de misión, debe buscarse la eficiencia energética…

Markandya se mostró moderadamente optimista: “Tenemos tiempo hasta el 2020 y hasta el 2050 para introducir grandes cambios. Lo importante es que ahora todos los países empecemos a trabajar a la vez, y ya nos hemos sentado a la misma mesa. El cambio en el gobierno de Estados Unidos es importante, porque parece que se tomarán en serio la necesidad de restringir las emisiones. Y soy optimista porque creo que la capacidad de innovación nos va a salvar. El homo sapiens es muy inventivo cuando tiene alicientes. Y en veinte años veremos grandes cambios en la manera de producir energía, en nuestro vehículos, nuestras casas..”.

Luis Balairón se sumó a esa idea: “Soy pesimista en cuanto a la dimensión del problema en sí mismo: el cambio va a ser grande y no vamos a poder reducirlo. Pero soy optimista porque nos estamos enfrentando a los problemas de nuestro modelo de energía ya en 2010, sin esperar que afloren las consecuencias en el año 2050.